27 de noviembre de 2007

Las reliquias cristianas.

Muchísimas son las leyendas que se han tejido alrededor de las reliquias que ostenta la iglesia cristiana. Estos objetos, transformados en verdaderos íconos, son los restos materiales de las figuras más representativas de esta religión, desde santos hasta el mismísimo Jesús. Las creencias aseguran el poder milagroso que poseen estos objetos, que son depositarios de la fé de millones.

Pero muchas carecen de autenticidad. Varias iglesias europeas han asegurado tener alguna reliquia (algunas como medio propagandístico), llegando a haber estado el objeto en cuestión en dos iglesias al mismo tiempo.

En la Catedral de Milán se venera uno de los clavos de la cruz y en un monasterio de Valladolid aseguran guardar hasta un dedo de San Pedro. Producto de la circunsición de Jesús, era famoso en la Edad Media el Santo Prepucio... la Iglesia de Santiago, en la ciudad de Rothenburg ob der Tauber, Alemania, es famosa por poseer el retablo de la "Santa Sangre" que posee una gota de sangre derramada por Jesucristo.

En la Catedral de Oviedo se encuentra el Santo Sudario, pieza de tela rectangular que cubrió la cabeza del hijo de Dios y encontrada por el apóstol Pedro junto al Sudario de Turín, dentro de la santa tumba.

El Sudario de Turín es la tela de lino que cubrió el cuerpo de Cristo según los relatos de la Pasión. Actualmente en la Catedral de San Juan Bautista, en Turín, Italia, en él se puede observar el rostro de Jesucristo y las marcas de la crucifixión. Aunque muchos afirman que se trata de un fraude del siglo XIV.

Pero la reliquia más importante es la Vera Cruz, la cruz de Cristo. La leyenda cuenta que fue la madre de Constantino, Elena, quien la hizo buscar en Jerusalém. Pero durante la invasión persa la Vera Cruz se perdió, siendo tomada como botín por los invasores. Finalmente, el emperador bizantino Heraclio II la recuperó y la llevó de vuelta Tierra Santa.

En el contexto histórico de las cruzadas, circularon por Europa falsas reliquias de la Vera Cruz. Actualmente, se desconoce su verdadero paradero.

6 comentarios:

Carlos dijo...

Hola. Totalmente cierto lo que decís, si hubiera tantos clavos extraídos de la Santa Cruz, por ejemplo, como iglesias asegunran tenerlos por todo el mundo... Bueno, creo que ni Jesús ni nadie hubiera podido soportar tanto claveteo.

Anónimo dijo...

Cada iglesia y congregacion tiene su forma de legitimizarse a si misma y hacerse digna de ser depositaria de la fe de un creyente. Los hermanos Maristas (en cuyo colegio estudie) guardan un pequeño hueso del pie de su santo fundador, al cual veneran y protegen de un modo muy especial, casi sin darse cuenta han caido en una iconoclastía que (que yo sepa) esta prohibida.
Saludos.

niklaüss dijo...

Si no me equivoco, la iconoclastía llevó a la ruptura del papado y de la iglesia de Bizancio, justamente porque éstos últimos no aprobaban la adoración de los íconos de los primeros, no?

Anónimo dijo...

Pues tienes razon, en parte, yo estaba llendo por el camino contrario, me informe un poco mejor (mis conocimientos del tema se remontaban a epocas escolares) y fue que el imperio bizantino no aprobó el culto a las imagenes, intervino a la iglesia oriental y esto genero la disputa con Roma.
Saludos.

Galileus dijo...

Muy interesante post... no había caído en cuenta de tal inventario de objetos religiosos y más aun que se encuentren tan dispersos allá en el Viejo Mundo.

En el Perú, también tenemos lo nuestro. Básicamente restos de santos como Santa Rosa de Lima o San Martín de Porres.

Gracias por compartirlo!

Galileus.

Anónimo dijo...

Nicklauss:
Se dijo que con todos los trozos de la vera cruz existente se hubieran podido construir cruces para Cristo y para los dos ladrones, y sobraría madera.
Aparte de la risa, o la indignación, según el humor, que esto suscite, es totalmente comprensible.
Cuando el hombre se encuentra frente a algo que lo sobrepasa, ya sea una crisis física o filosófica, recurre a la magia, y las reliquias han perdido (si es que alguna vez lo tuvieron) su sentido de objetos de reverencia para transformarse en talismanes mágicos.