30 de noviembre de 2009

Creer o reventar: ¿Tláloc enojado?

Tláloc - también llamado nahualpilli - fue el dios de la lluvia y la fertilidad, y es una de los dioses más importantes del panteón azteca. Su figura, al igual que la de Quetzalcóatl, fue herencia de los toltecas, quienes a su vez, lo habían heredado de la gran y desaparecida civilización teotihuacana. Los mayas lo identificaron con Chaac, debido al intercambio cultural que se dio entre esta civilización y Teotihuacán.

Cuando visité México DF, uno de los primeros lugares a los que acudí fue al Museo de Antropología, en Chapultepec. Inmenso, guarda una increíble y completísima colección de objetos y esculturas de las civilizaciones que habitaron el territorio del país mexicano. La entrada está custodiada por la estatua de Tláloc, extraída de la fantástica ciudadela de Teotihuacán.

Transportar semejante masa de piedra debe haber sido una tarea por demás complicada. Pero lo más curioso, y en cierta medida misterioso, es que, el día que se realizó el transporte de la escultura, cayó una lluvia tan intensa que inundó, no sólo Ciudad de México, sino también los valles de Toluca y Puebla. Hay quienes afirman que eso ha siginificado una mera coincidencia, y dan por tierra cualquier elucubración cosmológica posible.

Sin embargo, otros dicen que las lluvias se debieron a la cólera del dios por ser removido de su emplazamiento original. Por mi parte, miro esa posibilidad con cierta simpatía...