17 de octubre de 2008

Rennes-le-Château y una pintura misteriosa.

Quizás como herencia de El Código Da Vinci, nos encantaría encontrar mensajes cifrados y encriptados en las pinturas. Todo eso parece ser parte de la ficción, si no fuera porque existe un cuadro en el Louvre del que se afirma que esconde algo más que una hermosa pintura.

La pintura en cuestión se llama Pastores de Arcadia y fue realizada por el pintor clasicista francés Nicolas Poussin. Representa a tres pastores y una dama observando un tumba de piedra, adornada con la leyenda latina Et in Arcadia ego (Y en Arcadia estoy). Muchos investigadores afirman que esa leyenda es un anagrama de la frase "Aquí en la tumba de Dios"... y aquí comienza el misterio.

La pintura toma acción en la misteriosa región del Languedoc francés de Rennes-le-Château, de la cual se afirman y tejen gran variedad de hipótesis. Se dice que reformando la capilla de ese lugar, el párroco Bérenger Saunière encontró - junto a seis obreros - documentos que revelaban un secreto histórico que removería las bases de todo el mundo cristiano. A partir de estos documentos, el párroco aumentó considerablemente su fortuna.

No se sabe a ciencia cierta qué describían esos documentos, pero, según algunos pergaminos del museo del pueblo, mostrarían el árbol genealógico de la dinastía Merovingia, supuesta descendiente de Jesucristo. A partir de esto Saunière reformó considerablemente la capilla de Rennes-le-Château, construyendo la Torre Magdala, dedicada a María Magdalena, y agregando una leyenda en la entrada: Terribilis est locus iste (Este lugar es terrible). También mandó a cambiar las lapidas del cementerio de la iglesia, y a borrar totalmente una de ellas...

También el párroco viajó a París, y en el Louvre compró la reproducción del cuadro de Poussin. En la zona real en donde el cuadro está representado, se encontró una antigua tumba vacía. Para aumentar aún más el misterio y la leyenda, se cuenta que el párroco Bérenger Saunière enfermó muy rápido, y cuando fue visitado por un cura, le confesó un secreto que provocó que este último se negara a darle la extremaunción. Nadie supo qué fue lo que le dijo.

Hay quienes afirman que hoy en día el pueblo está lleno de señales masonas, que darían la clave para poder develar el misterio que el pueblo encierra, sólo para aumentar más el misterio y la fascinación.

Queda a vuestro criterio...

13 de octubre de 2008

La ciudad de Luján: entre conquistadores, religión e historia.

La ciudad de Luján, a 67 kilómetros de Buenos Aires, reúne anécdotas y hechos relacionados con la historia argentina. Su famosa y enorme basílica es el mayor símbolo para representar a la ciudad, la cual constituía el primer asentamiento en el camino que unía a los gobiernos de Buenos Aires y el Alto Perú.

Según algunos historiadores, fue un capitán español al mando de una avanzada de conquistadores quien dio el nombre a la ciudad. Pedro Luján - o Diego, según otras crónicas - murió en 1536 a causa de un ataque de indios a orillas del río que luego llevaría su apellido por nombre. Aunque hay otros que afirman que el nombre Luján proviene de una palabra propia de los Pampa, habitantes nativos de la región.

Casi 100 años después, el lugar cedería al asombro y a la posterior devoción religiosa. Una carreta que trasladaba dos imágenes de la Virgen María hacia Santiago del Estero queda misteriosamente detenida en el barro, sin forma de hacerla mover. Según la tradición, allí mismo se emplazó la ciudad, destino actual de miles de peregrinos.

Entre los años 1890 y 1935, se construyó - en el mismo emplazamiento de la primera y antigua basílica - la enorme y majestuosa catedral dedicada a la Patrona de la Argentina, Nuestra Señora de Luján. Esta basílica es de estilo gótico, con dos torres de 106 mts. de altura perfectamente visibles a varios kilómetros de distancia (sólo basta imaginar semejante obra arquitectónica en medio de la llanura pampeana).

Dentro de la catedral se puede observar una de las espadas del general don José de San Martín, que a su regreso en 1823, visitó la basílica y la donó, en agradecimiento al éxito de su empresa libertadora.

El padre dominico Manuel Torres llevó a cabo en 1778, el descubrimiento de los fósiles de un Megaterio - especie de perezoso gigante - en las riberas del río. De esta manera, también el futuro territorio argentino pasaba a las primeras planas de la ciencia paleontológica mundial.