3 de abril de 2008

La Ultima Cena, pero para incas.

Sin duda alguna el cuadro más famoso de la Ultima Cena es el del pintor renacentista Leonardo Da Vinci. Pero en Perú hay dos versiones sumamente interesantes, que representan el más puro de los sincretismos. Ambas pinturas han sido realizadas con elementos de la civilización Inca, para que éstos pudieran entender mejor ese momento determinado de la vida de Jesucristo. En ambas piezas, la forma de mostrar al apóstol Judas es totalmente singular...

En uno de los claustros del convento dominico de San Francisco, en el centro histórico de Lima, podemos encontrar el cuadro La Ultima Cena del Señor, realizado por el hermano jesuita Diego de la Puente. Para empezar, podemos decir que los incas entendían el mundo como un ciclo circular, de ahí que la mesa de la escena también tenga esa forma.

La cena es un verdadero banquete atendido por niños indios, como las costumbres de los festines incas. Sobre la mesa, podemos observar copones o vasos de barro (no de vidrio) y también gran cantidad de frutas, que eran parte de la dieta diaria de los aborígenes.

Pero sin lugar a dudas, los que más llama la atención es la figura de Judas, segundo a la derecha de Jesús. Como los nativos no entendían cómo un hombre era capaz de traicionar a su dios, el autor acude a la figura de un demonio susurrando, ubicado detrás de Judas, como el factor causante de dicha traición.

Elementos muy parecidos podemos observar en el lienzo La Ultima Cena, Catedral de San Blas, Cusco. Esta pintura fue realizada por Marcos Zapata o Zapaca Inca, el último representante de la Escuela Cusqueña de arte y pintura. A diferencia de Leonardo nuevamente se utiliza la disposición circular de los apóstoles en torno a Jesús.

También en esta pieza los comestibles son propios de la dieta de los nativos: panes de trigo, frutas y hasta un cuy asado, plato preferido por los viejos soberanos. Todos los apóstoles miran a Jesucristo, menos el que representa a Judas, que mira intimidante al espectador.

Este tiene una bolsa en su mano derecha - pero a simple vista - como para hacer evidente el hecho de haber sido sobornado y convertirse en traidor. Ahora lo más significativo de la figura de Judas es que, según se dice, tiene pintado el rostro de Francisco Pizarro, el conquistador del Imperio Inca, para hacer más tangible aún la representación del mal encarnado en ese apóstol.

Tuve la suerte de poder estar frente a esas dos enormes y maravillosas pinturas. No se pueden tomar fotografías pero por suerte hay postales a la venta. Aunque lamentablemente no se ven muy bien en las imágenes que ilustran este artículo.

1 de abril de 2008

La maldición de llamarse Cleopatra.

Los amantes de la esoteria, el misterio y la superstición afirman que detrás del nombre Cleopatra hay una especie de maldición. Personalmente no creo tales cosas, pero si nos remitimos a las mujeres de la historia que fueron bautizadas con ese nombre...

La última esposa de Filipo de Macedonia se llamaba así, y terminó suicidándose. Una de las hermanas de Alejandro Magno también se llamó Cleopatra, pero terminó asesinada por Antígono, luego de formar matrimonio con uno de los soberanos Ptolomeos de Egipto.

También egipcias, Cleopatra I Sira y su hija - Cleopatra II - desaparecieron misteriosamente, aunque no se tiene noticias de algún final trágico documentado.

Sin embargo, la figura más conocida por todos es Cleopatra VII, la última soberana de la dinastía macedonia de los Ptolomeos. Fue famosa por haber hecho todo lo posible por devolver a su nación su antiguo esplendor, para lo cual sedujo y convirtió en sus amantes a Julio César y luego a Marco Antonio.

Luego de varias conspiraciones, Cleopatra intentó formar un nuevo imperio con Marco Antonio, pero fracasó. Como resultado de la derrota en manos de los romanos, y antes de ser exhibida como prenda de la victoria en Roma, la reina eligió su trágico final: se suicidó haciéndose morder por una serpiente venenosa.

Por lo pronto, no creo recomendable nombrar Cleopatra a nadie, no?

31 de marzo de 2008

El martillo de Thor vs. la cruz.

Dentro de la tríada Freyr, Odín y Thor, este último fue el dios nórdico que más gozó de popularidad. Así como Odín era el dios de los sabios, magos y nobles, Thor era el preferido del campesinado.

Forjado por manos de sabios enanos, el martillo de Thor - Mjollnir - era un símbolo tan popular como su dueño. La maza acompañaba todas las etapas de la vida de un vikingo, desde su nacimiento hasta su funeral, pasando por el matrimonio y la producción de niños, de ahí su carácter de emblema de la fertilidad. En la eterna lucha entre los dioses de la antigua Escandinavia y los feroces gigantes, Thor y su martillo hacedor de truenos y relámpagos llevaron a cabo las defensas del palacio divino de Asgard y de todas las figuras sagradas del panteón germánico.

Entre los siglos X y XII, cuando el poderoso símbolo de la Cruz cristiana se afianzó en Europa del norte, el único símbolo que le presentó cierta competencia fue el martillo Mjollnir, al menos al principio del proceso evangelizador. De hecho, estos signos permitían reconocer los respectivos cultos de quienes los lucieran.

Como producto de numerosas excavaciones fueron halladas muchas piedras y tallas donde se puede apreciar la fusión de ambas figuras, en un claro ejemplo del sincretismo producto de la evangelización cristiana.