11 de agosto de 2009

De logias y otras costumbres masónicas.

En el año 1797, Francisco de Miranda fundó en Londres la Logia de los Caballeros Racionales. Este fue el puntapié inicial para que, en 1811 y en la ciudad española de Cádiz, se fundara la primera filial, la Logia Lautaro. Su nombre se debe al gran jefe mapuche Lautaro, quien presentó una resistencia feroz a la dominación española en el siglo XVI.

El principal objetivo de ésta logia de carácter masónica fue el logro de la independencia americana, a través de un sistema republicano unitario y un gobierno unipersonal. Podríamos afirmar que sus objetivos no eran sólo filantrópicos, sino también de corte netamente revolucionario.

El libertador José de San Martín fue miembro de esta logia masónica. Esto ha generado gran controversia ya que algunos historiadores, en favor del catolicismo, niegan rotundamente su pertenencia a dicha logia. Sin embargo muchos otros comprobaron que el general fue iniciado masón en la Logia Integridad de Cádiz y de allí pasó a la Logia Caballeros Racionales Nº3.

El historiador masón Albert Gallatin Mackey afirma que la logia se componía de dos cámaras: la azul, compuesta por los tres primeros grados, y la roja, compuesta por los dos siguientes. Esta cámara sería llamada Gran Logia de Buenos Aires por San Martín, y fue la que finalmente actuaría en política, prescindiendo de la Lautaro.

Además de Francisco de Miranda y José de San Martín, integraban la logia hombres como Simón Bolívar, Bernardo O'Higgins, Carlos Alvear, Bernardo Monteagudo y Francisco Isnardi, este último italiano y amigo de Miranda.

Muchas veces las logias han sido atacadas ciegamente por su carácter masónico, generando voces en ambas veredas. Hay quienes las denostan, por creer que son organismos antireligiosos, y otros que las aclaman, justamente por ser anticlericales, pero no antireligiosas. Aún hoy, mantienen un estricto acatamiento a las reglas. Por ejemplo, sus miembros son aceptados sólo si son recomendados por otros dos masones. Además, un masón puede afirmar públicamente su condición, pero no puede develar lo mismo de un tercero. Muchos de los presidentes argentinos han sido masones y, según se afirma, todos sus pares norteamericanos también, a excepción de John Kennedy.