10 de octubre de 2008

Héroes Civilizadores entre los indígenas argentinos.

En la República Argentina no habitó ninguna gran civilización, pero sí la han recorrido gran cantidad de diferentes pueblos y etnias indígenas. Entre otras muchas cosas en común, estos pueblos compartían la creencia en una figura creadora de todo el mundo habitable y en un héroe civilizador. En algunos casos, ambas figuras se fusionaban en una sola.

En las regiones de La Pampa y la Patagonia, los Tehuelches creían en un ser supremo llamado Tukutzual o Kooch (según si habitaban al norte o al sur). El héroe civilizador tehuelche era Elal, que les hizo conocer el fuego, la caza y la vestimenta. Sin embargo, fue Elal también quien condenó a los primeros tehuelches a ser peces por haber violado un tabú sexual. Debido a este mito, los pueblos de esta etnia no practicaban la pesca.

Temaukel era el ser supremo en que creían los Onas, habitantes de las tierras de más al sur. Era el creador del cielo y de la tierra también quien impartía vida y muerte. El héroe civilizador era Kénos, considerado como dador de la tierra y las leyes morales a los hombres.

Mucho más hacia el sur, en las heladas tierras de los Yámana y los Alakaluf, el ser supremo era Watauinewa, conocido como el ancianísimo. Este era un dios civilizador, dueño de todo el mundo, dador de alimentos y de vida, de muerte y de justicia.

Cuando llegaron a las tierras de la Patagonia los grupos de Araucanos provenientes de Chile, traían consigo la creencia en Nguenechen, señor de los hombres, dios creador y dominador absoluto de todas las leyes de la naturaleza. El nguillatún es el rito que actualmente, los descendientes de este pueblo le ofrecen.

En la provincia del Chaco habitaban los Guaikurúes, quienes creían en un ser supremo del que se desconoce su nombre. Además, este pueblo tenía una compleja mitología, en la que convivían tanto los animales como los hombres. También en la región chaqueña, los Matacos respetaban a Tokwaj, una figura civilizadora que les enseñó los secretos de la pesca.

Los Diaguitas - habitantes del norte - establecieron contacto con los pueblos Aymará e Inca. Quizás como producto del contacto con estas civilizacines, una de las figuras más importantes era la Pachamama, la dueña de la tierra. También encontramos a Viracocha y Pachacamac, que aparecen como héroes civilizadores, dadores del fuego, de la agricultura y de las armas.

7 de octubre de 2008

Ecos de Túpac Amaru en suelo argentino.

Es sabido que en el año 1780, en la ciudad peruana de Cusco y alrededores, se produjo una enorme rebelión de indígenas, conducida por el gran José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru).

Su discurso era simple: la total libertad de América del yugo español, por medio de la autonomía indígena, la eliminación de la explotación hacia éstos y la liberación de los esclavos. Pero el accionar fue rápidamente neutralizado por las fuerzas españolas. Los rebeldes fueron derrotados en abril de 1781 y los cabecillas ejecutados, entre ellos Túpac Amaru, quien fue cruelmente torturado.

Pero la insurrección indígena llegó mucho mas al sur, haciendo pie en Bolivia y en el territorio argentino.

En el norte de Argentina, hubo alzamientos entre los Diaguitas, aunque fueron aplacados de forma rápida. Pero hacia febrero de 1781, los Tobas de la provincia de Jujuy se rebelaron, junto a grupos de Matacos del Chaco. Sin embargo, los españoles los obligaron a retirarse, provocando grandes pérdidas entre los aborígenes.

El último intento toba-mataco fue apagado definitivamente hacia 1785. Los cabecillas también fueron torturados y condenados a muerte. A muchos indios se les marcó en la cara con un hierro caliente la R de rebelde... y para ultimarlos aún más, casi 90 matacos fueron masacrados.

Sin embargo, la figura de Túpac Amaru sobrevivió, transformándose en mártir e ícono de la libertad, y es reconocida en todo el mundo.

Fuente: Los Hijos de la Tierra (Carlos Martínez Sarasola).