En el año 1912 Charles Dawson, buscador de fósiles aficionado, dio con fragmentos de un cráneo humano y una mandíbula con los molares desgastados. Estos restos fueron bautizados como El Primer Inglés u Hombre de Piltdown, dada la locación de la cueva dentro de la cual descubrió dichos vestigios.
El Hombre de Piltdown representó una revolución en su momento: parecía poseer una de las características más importantes, un cráneo desarrollado y un maxilar de cualidades simiescas.
Para la misma época, en Sudáfrica, el investigador Raymond Dart había descubierto un cráneo de australopithecus africanus, pero la comunidad científica de ese entonces le dio más crédito a Dawson. Su descubrimiento corría con ventaja al tratarse de un espécimen europeo.
Hoy en día, se sabe que el Hombre de Piltdown fue un gran fraude científico, que además de arruinar la carrera de Raymond Dart, engañó a miles de personas. Para el año 1953, se demostró que el cráneo no era antiguo y había sido coloreado, y la mandíbula pertenecía a un orangután.
Además de ser Dawson un estafador, la culpa también recayó sobre Arthur Smith Woodward, del British Museum de Londres, que había afirmado que los restos sudafricanos encontrados por Dart no tenían ningún rol en la evolución de los homínidos.
22 de abril de 2008
El fraude del Hombre de Piltdown.
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1 comentario:
Interesante.Cuantos chantas hay en la ciencia, no?
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