Los Chibchas y El Dorado.

Cuando hablamos de civilizaciones precolombinas, enseguida evocamos a Mayas, Aztecas e Incas como máximos representates. Pero nos olvidamos - hago mea culpa - de los Chibchas o Muiscas, habitantes de los altiplanos de la cordillera oriental de la actual Colombia desde el siglo IV aC.

Al momento del encuentro con los españoles, constituían un estado muy desarrollado cultural, social y políticamente, gobernado por un cacique o zipa con poderes absolutos. En el aspecto económico presentaban grandes semejanzas con los incas. Sus sistemas de riego les permitían tener una agricultura saludable y fuerte. Además, tenían otra semejanza con el pueblo andino: su máxima deidad era el sol, al que llamaban Xué, aunque la luna (Chía) y el semidios Bochica, también ocupaban un lugar de privilegio.

La leyenda de El Dorado se debe en parte a la importancia que los Chibchas le dedicaban al oro. El mineral no era visto con la misma devoción y ambición que mostraban los conquistadores, sino que era parte de una ceremonia religiosa. El cacique cubría su cuerpo con polvo dorado y se sumergía en la laguna de Guatavitá y - según la leyenda fue desarrollándose - se hacían ofrendas que consistían en objetos sagrados de oro macizo.

Las noticias dadas a los españoles por otros pueblos más pequeños acerca de esta "ceremonia del oro" los llevó a atravesar las selvas colombianas y venezolanas en busca de la ciudad dorada, donde todo estaba hecho de oro... hasta las calles. Todo esto fue un mito que llevó a la ruina a la civilización de los chibchas o muiscas, que fueron sometidos hacia el año 1541.