El folklore de las diferentes culturas posee una gran variedad de seres nacidos de la madre naturaleza. Muchos de estos intervienen directamente en los sucesos de los hombres y abundan en los relatos épicos.
La forma en la que J. R. R. Tolkien imaginó a los feéricos Elfos de la Tierra Media nada tiene que ver con su descripción real. Son de origen germánico, diminutos, malignos y siniestros, y se dice de ellos que arrojan flechas imperceptibles que al entrar en la carne de los hombres, causan dolores neurológicos.
Los Gnomos - del griego gnosis, conocimiento - son sabios e intelectuales. En la mayoría de los relatos son los guardianes de fabulosos tesoros. Célebres por sus vestimentas casi siempre rústicas y por su sombrero cónico de color rojo.
Las figuras más deseadas por los héroes de leyendas eran las Hadas. Hermosas y mágicas, intervenían en las decisiones de muchos hombres, aunque no todas eran bondadosas: algunas raptaban niños y devoraban hombres.
También poseían cierta ambigüedad entre el bien y el mal los Pixies y Leprechauns. De origen celta, estos hombrecillos (casi siempre verdes) escondían tesoros y proponían acertijos. Su figura está muy emparentada a la de los gnomos y a los Trolls, aunque estos últimos son de origen escandinavo y siempre malvados.
Si bien estas figuras poseen nombres europeos y una asociación con el folklore de esos pueblos, también aparecen en relatos mayas, incas y de las tribus pieles rojas de EE.UU. y etnias nativas de Sudamérica. Son muy populares el Coquena (especie de enano protector de los animales) y el temible Lobizón (relato del hombre-lobo).
2 de mayo de 2008
Espíritus y seres de la naturaleza.
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