El arte, víctima de la guerra.
A continuación no diré nada nuevo. Más que nada es una simple reflexión. Durante la Guerra del Golfo en 1991, casi toda el área lindante, tierra de verdaderas reliquias y tesoros del mundo antiguo, fue bombardeada y destruída. Bajo la lluvia de balas, misiles patriot, aviones caza (y demás maquinaria bélica) los zigurat de Irak, las tumbas de Petra en Jordania y las ruinas de Jericó en Israel, corrieron serio peligro de mantenerse en pie.
Algo parecido sucedió en 2001. Todos supimos acerca de los extremistas talibanes provenientes de Afganistán y de cómo, sumidos en el más acérrimo de los fanatismos, destruyeron gran parte de un verdadero tesoro.Este tesoro son los dos Budas de Bamiyán, estatuas esculpidas en la piedra entre los siglos V o VI, de 37 y 50 metros de altura. De estilo greco-budista, son las representaciones más grandes de Buda del mundo y están enclavadas en la antigua Ruta de la Seda, en las frontera entre China e India.
En el año 2001, después de sobrevivir intactas por más de 1500 años, el gobierno Talibán criticó a la UNESCO por asignar recursos para la renovación de éstos ídolos cuando el país afgano estaba atravesando una fuerte crisis. Dado el carácter de ídolos, al ser contrarias a las enseñanzas del Islam, los talibanes decretaron su destrucción a base de cañonazos y mucha pólvora.
Luego del derrocamiento del gobierno Talibán, y para suerte de todos, la UNESCO declaró al valle de Bamiyán como Patrimonio de la Humanidad.
16 de julio de 2007
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