Personalmente, considero que Europa nunca fue testigo de la confluencia de mundos tan diferenciados en lo religioso, político y cultural como hacia el año 1000 de nuestra era.
En la península ibérica la presencia musulmana se remontaba hacia el 929, año en el que fue proclamado el Califato Omeya de Córdoba. Conocido con el nombre de Al-Andalus, el Califato brilló como centro cultural y referente del conocimiento científico más avanzado de la época. Su mayor legado es el sistema de numeración arábigo, que era a su vez oriundo de la India. Este sistema numérico reemplazó a su par romano.
Hacia el este, limitando con Asia y con capital en la fabulosa Constantinopla, se encontraba - aún subsistiendo - el heredero del Imperio Romano, el Imperio Bizantino, que se extendía desde los Balcanes hasta Asia Menor (actual Turquía). Bizancio se enfrentaba constantemente con el Reino de Bulgaria, aliado a su vez con los musulmanes de Serbia y Croacia.
El tercer gran ámbito cultural era el de la Europa Cristiana, sumamente dividida. La entidad política más grande era el Sacro Imperio Romano Germánico, sucesor del Imperio Carolingio. Su territorio comprendió los actuales territorios de Alemania y parte de Italia y Bohemia.
El resto de la cristiandad europea estaba constituída por los incipientes reinos feudales, entre los que sobresalían Francia e Inglaterra. También entre estos se encontraba el de Borgoña, al sudeste francés, y los reinados de León, Navarra y Castilla, en constantes enfrentamientos con los musulmanes del mencionado Califato Omeya de Córdoba.
Finalmente, hacia el frío norte europeo, emergían los reinos escandinavos de Dinamarca, Suecia y Noruega, herededos de los otrora temibles vikingos.
Fuente: revista Historia National Geographic - número 3.
16 de octubre de 2007
Europa hacia el año 1000.
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