26 de septiembre de 2007

Massada, orgullo del pueblo judío.

El enorme peñasco que alberga la fortaleza de Massada se alza 450 metros sobre el nivel del mar Muerto, en el desierto de Judea, Israel. Tiene forma de rombo, con una longitud de 600 por 200 metros, y contaba con una verdadera obra hidráulica: doce cisternas de hasta 4.000 metros cúbicos que se llenaban de agua gracias a una red de acueductos. Desde el 2001, es parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

El lugar es un claro ejemplo de cómo la geografía incidió, al menos durante un tiempo, en el desarrollo de la historia: en este caso, en el marco de las Guerras Judeo-Romana. Allí mismo, Herodes se hizo fuerte entre el 37 y 31 aC. ante la amenaza de la política expansionista de la reina Cleopatra VII de Egipto, amparada por Marco Antonio. Para ello, Herodes fortificó la ciudad y construyó una muralla alrededor.

En el año 66 dC. estalló la Primera Guerra Judeo-Romana, debido a las tensiones religiosas entre judíos y griegos; esto llevó a la posterior sublevación del pueblo judío para expulsar a los romanos, siendo el líder Eleazar ben Yair, con un grupo rebelde, quien atacó y dio muerte a la guarnición romana.

Así, en el año 70 dC. llegó a Massada un grupo de sicarios y zelotes con sus familias, expulsados de Jerusalém por Tito. Dos años más tarde, Lucio Flavio Silva, el gobernador romano de Judea, marchó hacia la fortaleza con un ejército de 15.000 efectivos para asediar el lugar.

Habiendo construído una gigantesca rampa, siete meses después de comenzado el sitiado, la victoria romana era un hecho consumado. Ante esto, y antes de ser tomados como prisioneros y esclavos por los romanos, los judíos decidieron darse muerte. Como el suicidio era prohibido por las leyes del Judaísmo, los hombres mataron a sus familias y luego nombraron a diez de ellos para matar al resto de los guerreros. Finalmente, entre estos diez eligieron a uno nuevo, que acabó con la vida de los otros e incendió la fortaleza.

Cuando los romanos entraron, sólo encontraron con vida a dos mujeres y cinco niños, que relataron el discurso de Eleazar al historiador romano-judío Flavio Josefo.

Hasta el siglo V, Massada permaneció deshabitada, tiempo en el cual sirvió de asilo a una comunidad de monjes bizantinos, que llegó a su fin durante la Conquista Arabe.

1 comentario:

uge dijo...

Muy bueno el artículo
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